martes, 28 de agosto de 2007

Un viaje por las instalaciones de la Comisión Nacional de Televisión

La comisión Nacional de Televisión


Miré por la ventana que tenía al respaldo y vi que empezaba a llover. Lo único que pasaba por mi cabeza era que tenía menos de 10 minutos para encontrar una fuente que me diera lo necesario para mis futuras asignaturas. Tras darle mil vueltas a las ideas en mi cabeza y de rayar mi cuaderno cuadriculado hasta acabar la tinta en mi esfero, decidí tomar a la Comisión Nacional de Televisión como fuente principal.
Ahora, tenía aproximadamente una hora y media para conocer sus instalaciones, hacer firmar una constancia de mi visita y regresar a la universidad obstaculizando los infernales trancones que agobian actualmente a Bogotá.

Y así fue- cogí el primer bus que pasó por la Carrera Séptima y me dirigí hasta la Calle 72# 12-77 donde están ubicadas las instalaciones de la Comisión Nacional de Televisión. Tuve que soportar un trancón infernal desde el Museo Nacional hasta la Universidad Javeriana.
Al bajarme del bus la nube que se encontraba en la Universidad Externado de Colombia se trasladó instantáneamente al barrio Quinta Camacho, donde me encontraba ubicada.

Al llegar, me dirigí a las oficinas de servicio al cliente donde me atendió el funcionario Sergio Ricardo Granados quien me ayudó con el proceso de mi certificación. Inmediatamente me trasladó con la secretaria en secretaría general. Tras hablar con ella unos cuantos minutos me devolvió al lugar donde había empezado con el funcionario Sergio Ricardo, un hombre no muy amable. Pasaron unos minutos mientras le rogué el favor que llevara a cabo la certificación aún cuando no portaba mi cédula. Unos minutos después accedió.

Mientras tecleaba en su computador viejo y acabado yo miraba el reloj, eran las 11:15am y faltaban sólo diez minutos para la hora límite. Una vez impresa la certificación un brillo salió de mis ojos. Al fin- pensé.
Mi alegría duró menos de 2 minutos y mi estado de impotencia regresó al enterarme que mi certificación debía pasar por la secretaría general y que sólo la doctora Adela Maestre Cuello podía firmar el papel que con tantas ansias esperaba.
La doctora se encontraba en una reunión, por eso mi certificación tardaría unos días.
El funcionario me explicó el proceso y decidí recogerla en el transcurso de la semana.

Una vez más me encontraba corriendo contra el tiempo y en la Carrera Séptima cogí otro bus que me llevara lo más rápido posible de regreso a la universidad. La hora límite había pasado hacía ya 25 minutos y yo llegaría tarde y sin el trabajo asignado.
Después de lidiar con el caos de Bogotá al medio día llegué a la universidad. Dejando atrás el día estresante y agitado me pude dar cuenta que por más de que mi certificación se demore mas que las demás tendré el privilegio de contar con un permiso permanente para asignaturas futuras y explotar lo que en realidad me apasiona: la televisión.

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